Hemos terminado nuestro libro, lo hemos estado corrigiendo a cada capítulo,
por corrector automático o incluso por correctores en línea seguramente. Pero
por fin, se acabó. Pues no, no hemos terminado aún. Primero hemos de dejar
descansar el libro quince días, mejor un mes, la prisa no es lo más apropiado
para nuestro propósito, que no es otro de que el libro tenga calidad literaria.
Una vez lo retomamos debemos volver a leer como un niño, ¿palabras que se
repiten? ¿Metáforas? ¿Faltas? ¿Frases bien estructuradas?, etc. poco a poco sin
prisas. A medida que avanzamos, no nos de pereza de eliminar o añadir cosas
nuevas, repito no hay prisa. Es necesario ser juez de nuestra propia obra.
El siguiente proceso sería dejar el manuscrito a una persona de confianza,
para que la analizara, alguien que no sepa de qué va la historia del libro,
para poder aportar bajo unos ojos neutrales los posibles fallos o erratas. Hay
que tener en cuenta a quien se lo dejamos, podemos correr el riesgo que
discrepe, incluso de visión o argumento que le queremos dar a la obra y nos lo
quieran cambiar todo. No, no queremos otro libro, queremos el nuestro bien
escrito, punto.
Una vez hagáis todo este proceso, ahora sí que se acabó, no lo leías más,
porque cuantas más veces lo hagáis más cosas querréis cambiar y no se acabara
nunca.
Por descontado si tenéis alguna posibilidad de que lo haga un profesional,
eso sería lo ideal, porque digan lo que digan de vuestra obra siempre será desde
el punto de vista profesional, pero es caro.
Bien, espero que os haya servido de ayuda.
Tessa Barlo 10-03-2014
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