domingo, 31 de agosto de 2014

En recuerdo al gran actor Robin William

 
 
 
 
El club de los poetas muertos es un canto a la libertad, a la vida, a todas aquellas cosas que están en nuestra mano y no hacemos por miedo, por vergüenza o por… siempre tendremos mil motivos diferentes para no hacer algo.
 ¿Pero qué es la vida sino somos capaces de vivirla? ¿Qué es la vida si no somos capaces de sufrir por ella? ¿Qué es la vida si no somos conscientes de que estamos aquí y somos nosotros mismos y aquello que nos rodea lo que la conforma?
El club de los poetas muertos es una película que todos deberíamos ver y saborear, al menos, una vez en la vida. Sufrir con Todd Anderson (Ethan Hawke) y superar con él sus miedos –que han sido también nuestros miedos-, llorar con Neil Perry (Robert Sean Leonard), ilusionarnos con el primer amor de Knox Overstreet (Josh Charles), reírnos con Charlie Dalton “Nuwanda” y, sobre todo, disfrutar, emocionarnos, comprender, vivir con John Keating (Robin Williams –que encarna a ese profesor que todos hemos deseado tener, o que hemos tenido, y que incluso, algunos/as, queremos ser-).
Con ellos aprenderemos que se pueden mirar las cosas de forma diferente; que aunque muchos miren lo mismo, no siempre verán lo mismo; que hay que atreverse a cambiar y buscar nuevos campos, nuevos horizontes, nuevas fronteras… Saltar los límites.
Otras grandes frases de la película:
     “El día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente; sino mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro; y examinándote de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida”.

 


 
 
 
 
¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! (en inglés: Oh Captain! My captain!) Es un poema de Walt Whitman escrito en homenaje a Abraham Lincoln, presidente de EE.UU., después de su asesinato en 1865. Se publicó por primera vez el mismo año en un apéndice adjunto a la última versión de Hojas de hierba, su obra maestra.
¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! Nuestro viaje ha terminado;
el buque tuvo que sobrevivir a cada tormenta, ganamos el premio que buscamos;
el puerto está cerca, escucho las campanas, todo el mundo está exultante,
mientras siguen con sus ojos la firme quilla, el barco severo y desafiante:
Pero ¡Oh corazón!¡Corazón!¡Corazón!
oh, las lágrimas se tiñen de rojo,
mi Capitán está sobre la cubierta,
caído muerto y frío.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
levántate, izan la bandera por ti, por ti suenan las cornetas;
por ti ramos y cintas de coronas, por ti se amontonan en las orillas;
Por ti te llama la influyente masa, giran sus rostros impacientes;
¡Aquí Capitán!¡Querido padre!
Este brazo bajo tu cabeza;
Es como un sueño sobre la cubierta,
Has caído muerto y frío.
Mi capitán no responde, sus labios están pálidos e inmóviles;
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
El barco está anclado sano y salvo, el viaje ha terminado y se ha hecho;
De un viaje temeroso, el barco triunfador, entra con su objetivo realizado;
Exultamos, ¡oh costas y tañidos, oh campanas!
Pero yo, con triste pisada
Camino en cubierta donde está mi Capitán
Caído muerto y frío.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario