viernes, 17 de abril de 2015

Muere Eduardo Galeano

 

El autor de 'Las venas abiertas de América Latina' se convirtió en la la primera referencia crítica e intelectual para millones de lectores. Galeano, el intrépido, se ha ido esta mañana, a los 74 años, el mismo día de la muerte de Günter Grass, viejo colega de militancias. Viglietti, el trovador, será el final de la saga.



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Las venas abiertas de América Latina', su gran libro, ha sido, desde los años 70, la puerta de entrada en el mundo de la vida intelectual para varias generaciones de latinoamericanos. Después, el viaje habrá consistido, para muchos, en refutar a Galeano, en pensar lo contrario de la causa que alguna vez juraron defender por siempre. Pero casi nadie habrá ignorado aquel libro.




El propio Galeano acabó por tomarse un poco a broma su papel de evangelista del nuevo mundo, a reconocer que 'Las venas abiertas' era un libro con demasiadas ambiciones para las capacidades de su autor en su momento. ¿Pero? Pero dio con la tecla al proponer una historia de América Latina en clave de descolonización: una historia de opresores y oprimidos que capturaba perfectamente el espíritu de la época y que se enfrentaba a las dictaduras que, no deberíamos olvidarlo, dominaban el continente. Además, traía el sonido de la prosa encantadora del periodismo-casi-literatura de los años del Boom. Demasiado como para resistirse.

¿Cómo ha envejecido esa literatura política, persuasiva, sentimental y, a la vez, un poco inocente, siempre a favor de los buenos y en contra de los malos? Depende del ánimo de cada uno, de su momento. Cuando murió Benedetti, al principio de la actual crisis económica y de valores, su nombre sonaba un poco a alcanfor. Aquí y allá circulaban historias más bien sórdidas sobre su vida que abarataban los buenos sentimientos de su literatura. Hoy, muere Galeano y por todas partes aparecen mensajes que lo reivindican, que piden "más galeanos para este mundo".

 

¿Y por qué no? No hay para Galeano grandes reproches personales como para su amigo poeta. El relato de su vida suena casi actual: Galeano nació en una familia burguesa y conservadora, pero el futuro escritor quiso empezar su carrera por el método de 'proletarizarse'. Trabajó en talleres editoriales hasta llegar a la redacción. Y entonces, desde el periodismo, emprendió una obra que a veces derivaba en ensayo, a veces en ficción y a veces en memorias. El general Videla lo condenó a muerte y los caudillos de izquierdas se dejaron zalamear por él. Habló de fútbol antes de que ningún otro intelectual se animara a decir que aquello era asunto suyo, y lo convirtió, al fútbol también, en un asunto político. Se ofreció a apoyar con su fama a todas las causas justas habidas y por haber. Alguna vez se equivoco, por supuesto; o quizá estuvo siempre equivocado. Pero quién no.

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