Hasta cinco millones de visitantes se dejan caer por el gran
zoco anual del papel impreso. Y eso, a pesar de la censura y de la precariedad
industrial
Los universitarios en Irán pegan en las paredes de su
habitación estrofas de sus poemas preferidos. Los rostros de los poetas persas
Hafez, Rumi o Saadi sustituyen a las estrellas del pop en la cabecera de la
cama. Esto se explica por la extendida devoción por la poesía que existe en un
país con 2.500 años de tradición literaria. Esta semana ha arrancado en la
capital la 28 edición de la Feria Internacional del Libro de Teherán, la cita
literaria más concurrida del mundo, con una media de cinco millones de visitantes
todos los años, según cifras de la organización. Se trata de un evento al que
acuden masivamente visitantes de todo el país, que buscan en la feria títulos
imposibles de encontrar en las librerías ordinarias. Más de 60 países, un
tercio de ellos árabes y varios latinoamericanos, participan en la cumbre
literaria, en la que España no está presente.
Irán no despierta interés para los editores españoles, según
explica a EL MUNDO el vicepresidente de la feria, Amir Masoud Shahramnia, tras
despachar con el presidente de la Feria del Libro de París, Bertrand Morisset,
quien ha acudido a Teherán en representación de la literatura gala. En la Feria
del Libro de Madrid tampoco hay rastro de representantes persas. Una falta de
interés mutuo entre los dos países que no impide el creciente interés entre los
estudiantes iraníes por la lengua de Cervantes. En Irán, los más reputados
escritores son también experimentados traductores. Este sábado se dejó ver por
la feria Asadollah Amarei, conocido por sus traducciones del farsi al inglés y
al español. Afshin Yadollahi y Darya Bandari son otros nombres muy conocidos
por sus traducciones de obras extranjeras.
Cada año se editan en este país 60.000 nuevos títulos, una
cifra desorbitada para las escasas copias que se producen, entre 2.000 y 3.000
de media. "La mala situación económica hace que la gente compre pocos
libros. Además, tenemos un problema de distribución que dificulta que los
libros actualizados lleguen a las librerías de fuera de la capital", afirma
Shahramnia. Por este motivo, muchos estudiantes encuentran en la Feria del
Libro las últimas ediciones de libros de divulgación científica que jamás
hallarían en las librerías de su ciudad. Pero, aparte de manuales de bioquímica
y psicología de la empresa, la Feria del Libro de Teherán reúne lo más granado
de la literatura persa de autores de hoy y, sobre todo, de los que ya murieron.
Las obras de Mahmud Dowlatabadi, famoso fuera de Irán por su obra 'El coronel',
así como los trabajos más conocidos de Nader Ebrahimi, Sara Salar y Simin
Daneshvar son de obligada presencia en la feria. Pero antes de que todos estos
ejemplares lleguen a manos del lector, la censura habrá hecho su trabajo. Como
ocurre con el cine, los libros que se publican en Irán han de haber sido aprobados
por organismos de control que vetarán parte o la totalidad del volumen si no
respeta las líneas rojas. Los libros que dañan la imagen del Islam o propagan
ideas subversivas no ven la luz. Tampoco la literatura pornográfica tiene
espacio en esta feria ni en ninguna librería del país. Y ello, pese a que
recientemente una famosa librería de Teherán exhibía en el escaparate un
ejemplar las 50 sombras de Grey. En inglés, eso sí. "Con las publicaciones
en lengua extranjera la censura no es estricta. Solo con los libros que se
publican en persa", aclara el responsable de la feria.
Por esta razón, Monire, estudiante de Finanzas, prefiere
perderse entre las librerías de la calle Enghelob, en las que, confiesa,
"en la trastienda normalmente puedo encontrar las ediciones completas de
muchos libros extranjeros que en sus últimas ediciones están censurados".
No obstante, en la actualidad la censura es menos estricta que años atrás.
Según Shahramnia, "se nota una relajación a la hora de evaluar los libros
que pueden publicarse". El actual gobierno, poco amigo de la censura,
también trata desde hace meses de adherirse al Convenio de Berna para la
protección de los derechos de autor. Al no haber suscrito el convenio, en Irán
las traducciones están exentas de las obligaciones internacionales en materia
de propiedad intelectual. Así, la industria del libro genera cada año en Irán
150 millones de dólares, una cantidad baja si se tiene en cuenta la elevada
cifra de libros que se publican. En cuanto al negocio editorial, de las 7.000
empresas registradas, solo el 20% funciona con regularidad. "Es un mercado
que necesita regulación para que también sea más rentable", zanja el
vicepresidente de la feria. Ajena a los números, una joven universitaria
comenta a la salida de la exhibición: "Leo poesía porque me hace sentir
viva, me relaja y me calma". Mientras siga habiendo lectores, las cifras
serán menos importantes.
http://www.elmundo.es/cultura/2015/05/10/554fb628e2704e705d8b4579.html
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