viernes, 29 de abril de 2016

Rafel Nadal defiende la capacidad del individuo de actuar ante el destino.




Nadal presentó en la Biblioteca Central "La maldición de los Palmisano" en la última sesión del ciclo literario Café con letras


La maldición de los Palmisano nace de un hecho real. La visita de Rafel Nadal en un pueblo de La Pulla, región del sur de Italia, donde descubre un memorial dedicado a las víctimas de la villa en las dos guerras mundiales. En el apartado dedicado a las de la Primera Guerra descubre 21 veces el apellido Palmisano, apellido que ya no aparece en la parte del monumento dedicada a las víctimas de la Segunda Guerra. En cambio, el apellido Convertini se repite un montón a veces. Este descubrimiento es el origen de la fabulación que da lugar a La maldición de los Palmisano.

Al finalizar la primera guerra mundial dos mujeres quedan viudas. Francesca de Antonio Convertini; Donata de Vito Oronzo Palmisano, el último de su familia. Las dos mujeres descubren que están embarazadas. Francesca lo hace con gozo; Donata con miedo. Teme que su hijo herede la maldición que ha traído a la extinción a los hombres Palmisano. Las viudas se conjurarán para burlar la maldición.

Rafel Nadal explica a la novela que "en una guerra tú no eliges el bando, el bando te elige a ti" y esto le hace reflexionar sobre la libertad del individuo ante el destino. El autor defiende que no puedes cambiarlo todo, que no es igual nacer en Cataluña que en Siria, pero el ser humano es responsable de sus actuaciones y sus decisiones pueden hacer cambiar el destino, "aunque sea parcialmente".

La maldición de los Palmisano es una narración sobre amores y lealtades (hombre-mujer, madre-hijo, amigos... un amor que se impone al destino), sobre las pasiones en tiempos de guerra y sobre las ocultaciones de la historia desvelando un episodio muy poco conocido de la Segunda Guerra Mundial cuando los aliados escondieron el estallido de un barco norte-americano, John Harvey, con armas químicas prohibidas por las convenciones internacionales durante el bombardeo del puerto de Bari. Nadal destaca que en una reunión de mandos de la zona, coordinada a distancia por el general Eisenhower, sólo se tomó una decisión: no decir a nadie que había estallado un barco cargado de gas mostaza para evitar tener que retirar estas armas químicas mientras un Hitler ya en retirada tenía a sus arsenales.

Rafel Nadal escribe La maldición de los Palmisano con una prosa sin efectismos, cultivando una lengua rica que se estructura en capítulos cortos que dan gran agilidad al relato. La maldición de los Palmisano se abre de manera frenética, con un repaso a las 21 muertos de los hombres del clan que parece haber salido de un archivo histórico, y acaba también de forma trepidante. El cuerpo de la novela, pero, lo forma un valle más pausada -buscada, según indica el mismo autor- que permite dejar evolucionar los personajes y profundizar en los convulsos años de entreguerras con el crecimiento de la sombra oscura del fascismo como elemento destacado de una sociedad que se fragmenta y se aboca a otra guerra. Nadal destacaba al Café con letras que la guerra es parte del paisaje de un libro de pasiones y personajes y la "guerra saca el mejor y peor de cada cual y traer al extremo las emociones".

Uno de los personajes importante es el territorio, la región de La Pulla, un paisaje mediterráneo, de olivos y viñas, castigado por un sol ardiente, que nos impacta desde la primera línea, y una vida cotidiana que Nadal retrata con detalle y aprecio queriendo hablar "de un campesinado con una vida dura, pero digna, y una burguesía, con todos los privilegios del mundo, pero también muy próxima a la natura".



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