Empezamos una nueva etapa con el regreso en Bélgica del presidente al
exilio Carles Puigdemont. Marcada primero por el eco internacional de su
libertad, así como, la voluntad del presidente de continuar trabajando por la
independencia desde el exilio. Los periodistas y todos los medios todavía están
perplejos, por el hecho que, pueda ser libre y moverse por el mundo, excepto
por el estado español.
En la Casa de la República de Bélgica ya si han hecho las primeras
reuniones, pero no será hasta pasadas las vacaciones o a finales de agosto, que
no se tomen medidas de estado. Esto si no hay sorpresas, que últimamente vamos
de susto en susto. El hecho de la puesta libertad del presidente Puigdemont ha
sido como una esperanza hecha realidad, después de tantos meses de inquietud.
Parecía como si el mundo independentista-republicano estuviera desorientado, es
el primer paso en muchos meses y, muy importante.
El magistrado Llarena en lugar de rectificar ante los dictámenes de
Alemania, una vez más ha optado para hacer el ridículo, retirando las euroórdenes,
no sólo de Alemania sino de todos los países donde hay exiliados políticos.
Está en un callejón sin salida y que lo traen directamente al desprestigio,
tanto es, que hace pocos días salió por una televisión para dar explicaciones,
no fue una buena imagen de un magistrado que según dicen todos, al menos el que
lo conocen, de un currículum impecable, acabe siendo vergonzoso por su venganza
personal contra los independentistas. No sólo con los catalanes, que estamos
más que acostumbrados, sino con Europa y el mundo.
Estamos en un camino sin regreso, donde parece que los vientos empiezan a
cambiar a favor de la república. Tenemos un largo recorrido, muchos muros para
saltar, pero desde el uno de octubre somos más fuertes que nunca.
Tessa Barlo
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